Este es uno de esos casos en que la habilidad del dibujante hace que parezca sencillísimo pintar un dragón a pincel en pocos minutos.
Pinceles, tinta y muchas horas de práctica, seguro que ahí está el secreto de la técnica de este artista japonés. Si me pusiese yo a hacerlo seguro que el resultado sería una mancha como la de los test de Rorschach.